domingo, 26 de octubre de 2008









LAS VACAS GORDAS Y LAS VACAS FLACAS


Cuando uno lleva tiempo pisando el césped de la vida, se le ocurre pensar que hay cosas que ya ha vivido antes, que se repiten como los sumarios de los telediarios, y que a veces hartan de tanto oírlos y de que no digan nada nuevo, y que las soluciones no lleguen.

Esto lo digo porque con la situación que nos repiten en estos días los medios y el “susto” de la gente, parece no “llegarnos la camisa al cuerpo”, porque a ver si nos enteramos de una puñetera vez: “estamos en crisis económica”, así de sencillo. Me palpo los bolsillos, y claro la conclusión es inmediata: ¡no tengo un euro!, debe ser este el síndrome del que tanto hablan. Pero al mismo tiempo hablan de que fulano de tal o mengano de cual, está siendo juzgado porque se apropió -eso sí, presuntamente- del dinero de los demás, y de que los países del mundo desarrollado, de los ricos, lloran diariamente la pobreza de los países pobres, valga la redundancia, de los que forman la conciencia de los que se sientan a ver y oír los resúmenes de la TV.

Esto me suena a que hace muchos siglos alguien relato un cuento de vacas flacas y de vacas gordas, que se repetía cada ciclo de siete años, y de que unos metieron una copa de oro en el saco de un hermano bueno, para que le acusaran de ser un ladrón de pobres.

Es hora de cambiar, y de no decir "pero mira que ca…, es ese tío, quitarles el pan a los pobres, y lo sinvergüenza y pu… que es su mujer, que se gasta en tal y cual o aparece en esa revista de moda" y sentir íntimamente una envidia total por no haber tenido la oportunidad de hacer lo mismo. Porque después de un tiempo ya nadie se acuerda de ti. ¿Acaso alguien cree que Mario Conde, Ruiz Mateos o los Albertos, etc.… están arruinados?, lo que pasa es que ya nadie habla de ellos, han pagado su cuota y ¡a vivir que son dos días! Y a continuación darnos besos porque pertenecemos a tal o cual ONG, a un grupito defensor del medioambiente, como única oportunidad que hemos tenido para patalear con algo de convicción, contra el aguijón.

No hay que dar patadas al aguijón, es necesario cambiar los fundamentos, empezando por los medios de comunicación. Pero es tan difícil, que dudo se pueda alimentar a tantos que pasan hambre solamente cambiando los telediarios. Solamente el día que se pueda hacer sopa con el agua del mar y como pasta se pueda poner la tierra que no se cultiva, ese día alguien no pasará hambre, y habrá menos poderosos en la tierra, y digo yo ¡SI NO SE LO PUEDEN LLEVAR!, por qué acumulan tanto, y me respondo: por SOBERBIA, POR PODER, porque no creen en Dios pero quieren ser como Él.

Ayer estuve como asistente a un performance poético, de mi hija Gracia Iglesias, me pareció magnífico, interesante y disfruté. Pero como el acto era gratuito, patrocinado por el Ayuntamiento de San Sebastián de los Reyes, en el Café Teatro Blas de Otero, la asistencia fue bastante discreta, por no decir que pobre. Si esto mismo lo hubiera patrocinado un magnate del mundo financiero no habría cabido la gente en ese teatrito y ni siquiera en el un pabellón deportivo. ¿Dónde está la diferencia? En el poder. En introducir la copa de oro en el saco, para que todo esté controlado.
No quiero parecer deprimido, pero quiero manifestar con esto que no hay nada nuevo en el paso del tiempo, ayer volví a soñar con vacas flacas y vacas gordas, eran las mismas vacas que cuando yo tenía siete años y me comía un bocadillo delante de un niño que me miraba sorprendido de mi suerte.

sábado, 11 de octubre de 2008

VOLVER SIEMPRE TIENE SU AQUEL...

Ahora me explico esa especie de vértigo que se debe sentir cuando un bebé nace, abandona el cálido espacio que le acogía en el vientre de su mamá, ¿quizás por eso lloran al nacer?, o es ¿un canto a la vida al que no han puesto letra aún?.

He estado bastante tiempo fuera del "Laberinto", por vacaciones y por problemillas de salud, y ese vértigo se ha adueñado de mi ancestral pereza. Menos mal que el ejemplo de "lamary" y el aguijón constante de "la domadora de elefantes" me han dado fuerzas para superar mis miedos y volver a adentrarme en las calles de este laberinto vital, que me hace sentir vivo, otra vez.

Huir era lo fácil, solamente suponía la pelea diaria con mi pereza que acababa venciendome, y si además no me encontraba en mi mejor momento físico, me refugiaba en el consabido: "mañana sera otro día y verá crecer la tuerta los espárragos", y pasaba el trago lo mejor posible. Pero ya estoy de vuelta y con renovado entusiasmo.

Gracia, espero que, tu mejor que nadie, sepas comprender mi ausencia, lo mismo que Nuria y S., que tanto han preguntado por mi ausencia, siempre os he tenido en mi deuda, ahora que todo el mundo habla de hipotecas, yo tenía la del laberinto en plena suspensión.

Os quiero contar que en mis reflexiones de estos días, no me ha sorprendido en absoluto lo agarrado que estamos al barro. A todos nos han "movido el piso", como dicen los argentinos, y resulta que el mundo entero está hipotecado, y parece ser que si había algo de espiritual en nuestra vida, aquello por lo que "existían" Jesús de Nazaret, Mahoma, Buda..., o los dioses más pequeñitos que alimentaban la esperanza de un algo más para el hombre, ha perdido la batalla, ya todo queda enterrado en el puro barro, por eso quizás, como en un cuento fantástico, llueve tanto y tan a destiempo.

Alguien está llamando nuestra atención, y no sabemos comprender el idioma con el que nos habla. El cambio climático, la violencia, el materialismo absoluto, que nos hace mirar nuestro propio existir como una sucesión de tengo o no tengo, puedo o no puedo, y el vecino cada vez importa menos. Sin saberlo nos hemos metido en una "patera" de supervivientes y el sentir es que importa muy poco aquel que se cae de la misma y desaparece, pensamos que quizás, si somos menos podamos salvarnos.

Me he asomado un poco a la puerta del laberinto, y por eso tengo la necesidad de contar que hay que superar, no se de qué forma, el umbral de lo simplemente químico, agregar un poquito de soplo vital, algo de "L'an Vital", espíritu, alma decían los antígüos, que no quede todo en barro, porque tengo la experiencia de que el barro se diluye en agua, y no queda nada. lo más que hace es ensuciarlo todo, y ni los mejores políticos pueden limpiarlo.