martes, 22 de abril de 2008

ELEGIR UN ENTRENADOR

"La razón no se tiene por inercia, a pesar de que el movimiento continúe y parezca que todo funciona bien, porque funciona como siempre, con ese ruido habitual que, de continuo que es, ya no nos afecta , no lo percibimos por rutinario, por lo poco que nos asombra, ya ni siquiera nos disturba, ni nos incomoda, ahí está como la puerta de Alcalá, que ni nos asombra su monumentalidad. Juan Ramón Jiménez decía de la rosa, 'no la toquéis, así es la rosa'. Esta es una razón sin antítesis, sin pasar por el crisol de sus fundamentos y, claro, esta razón y sus razonamientos no sufren el desgaste de las otras razones, y por lo tanto no pueden experimentar su verdad en una justa disputa con contrarios".

Si alguno hay que haya podido entender algo del párrafo de arriba, estoy completamente seguro de que su carrera profesional está en la política. No debe dudar un instante, deberá apuntarse a un partido político y sacar su carné de afiliación, en poco tiempo echará profundas raíces, porque su cerebro está preparado para lo superfluo, para no entender lo evidente y para creer cualquier proyecto tan bien explicado como el descrito.

En seguida su jefe de filas lo sabrá distinguir entre el pelotón de ineptos que no han entendido nada, y lo pondrá como ejemplo del buen miembro del partido.

Se trata de no presentar programa alguno que contenga un mínimo de sindéresis, que se fundamente en proceso de búsqueda contrastada, competente, sin iras superfluas o envidias adivinadas ya desde las mismas estructuras del vestuario, desde el banquillo de los suplentes, desde las cédulas de los distritos de ese partido.

Han perdido y al mismo tiempo han ganado. Siempre ocurre con lo que no tiene sentido. Por eso no es extraño que solamente se ganen competiciones locales, o a lo más intentar ganar fuera de las fronteras el reconocimiento entre aquellos que se juntan para lamentarse en otro idioma.

En lo anterior la política se parece mucho al fútbol. Se gana alguna competición sin importancia, y de la gran competición, que no se gana, siempre tienen la culpa, o bien los jueces que arbitran el juego, o los dineros mal gastados, o la afición que no llena los estadios y no apoya con su "fiebre partidista" al equipo.

Al final es mejor cambiar al entrenador, él siempre tiene que pagar el fracaso de las últimas competiciones.

¡Pero si hemos ganado!, hasta el del bombo y la tele lo celebran, pero la copa la tiene el contrario. Esto es porque no hemos sabido dar la imagen de un equipo ganador, dice el listo de turno. Si hubiésemos presentado a tal o a cual, u otra alineación seguro que otro gallo nos cantara. Nos han robado en el movimiento de banquillo, en el vestuario.

De eso nada, bajemos a los vestuarios, averigüemos "quién les entregó la llave", y discutamos cual debe ser nuestra imagen.

Unos opinarán que hay que cambiar la indumentaria; otros que es mejor cambiar la puerta, o incluso el estadio, que es demasiado grande para jugar en él. Otros que así no se gana nada, que hay que invertir más en publicidad, que todo es cuestión de dinero, de poner nerviosos a los contrarios, de comprar a los árbitros, de dar mejores sueldos a los miembros del equipo para que su fidelidad sea a toda prueba..., o de fichar a tal o cual estrella del momento.

Ninguno piensa en hacer un PROGRAMA en consecuencia, desde un principio hacia unas metas. Lograr el triunfo no es algo que se logre sin sentido común, porque siempre que falta este ingrediente los problemas surgen sin una solución fundamentada, y los parches son tan evidentes que no soportan ninguna situación continuada. Por eso el pasteleo es continuación obligada a la falta de criterios firmes, de programas consensuados con el público, la afición e incluso con los competidores.

De todas formas cada españolito es un presidente de gobierno, y un seleccionador nacional de nuestro equipo, y así nos va.

Lo único que hacen los del banquillo es gritar ¡esa botella de agua, pasadla de una puñetera vez, que ya me toca, y me muero de sed!, ¿y yo? ¡¿cuándo salgo a jugar?!

¡Tú a callar y a ver si entrenas mejor!

3 comentarios:

nuria ruiz de viñaspre dijo...

La normalidad es como una palabra mágica que borra el lado más anormal del mundo. Es cierto que
cada mañana el dintel de la normalidad se puede romper con un hecho inesperado, un encuentro, un
comentario. Quién sabe si Pavese, en su "oficio de vivir" tenía razón al afirmar que todo, hasta
la poesía y quién sabe si hasta la política nace, no de la normalidad de nuestras ocupaciones,
sino de los instantes en que levantamos la cabeza y descubrimos con estupor la vida, aunque
igualmente afirmara que la normalidad también se convierte en todo eso cuando se hace
contemplación, es decir, cesa de ser normalidad y se convierte en prodigio... o como creo yo, que
puede que la todo parta de la normalidad continua de la vida normal para ir en busca de lo no
cotidiano, adentrándose en otros mundos insospechados, aunque aparentemente afinque su realidad en
lo conocido y en lo de todos los días... En fin, ya estoy desbarrando. Tú siempre haciéndonos
pensar que todo, absolutamente todo, es mejorable. Qué esperanzador

Gracia Iglesias dijo...

Me gusta la comparación que haces entre la política y el fútbol. Posiblemente porque (ya lo sabes) aborrezco ambas cosas y tú has puesto el dedo en la llaga de las razones que me llevan a no confiar ni en una ni en otro.
Efectivamente, nadie se para a reflexionar y buscar una solución.
Por lo menos en España (no estoy familiarizada con los mecanismos políticos de otros países, pero me imagino que serán por el estilo, si no peores), nadie ofrece ideas nuevas; utopías hacia las que hay que dirigirse, en una palabra: esperanza. Todo iría un poco mejor si en lugar de imitar a los lanzadores de cuchillos los políticos argumentaran modos de salir adelante y de acabar con los grandes problemas dejando de lado, si fuera necesario, las diferencias meramente formales. Pero, claro, entonces no sacarían tanta tajada; para todos los de esa grey de charlatanes lo más beneficioso es la crispación.
Del fútbol no hablo porque hay otros que lo viven con más pasión y a mí me deja fría.

Anónimo dijo...

La verdad es que casi dejo de leer cuando llevaba dos líneas del primer párrafo, pero lo que sigue tampoco es que lo entienda muy allá...ji,ji! mi mente es simplista, pero creo que el resumen "cribado" (como decía el Chinarro)es que no hacemos programa o planificación para llegar a los objetivos y creo que ese no es un problema sólo de la política o el futbol, sino de toda la sociedad actual, en la que me incluyo, que queremos conseguir todo demasiado rápido y eso nos lleva a perder el rumbo y no llegar sanos al puerto.
Es una gran reflexión, pero la próxima vez... más sencilla de entender eh!!
Un besazo. Te quiero.