domingo, 16 de marzo de 2008

Domingo de ramos


Los católicos de todo el mundo celebramos esta fiesta del domingo de ramos como un acontecimiento fundamental, pues es el inicio de la entrega de Jesús a la muerte de la cruz, su pasión y muerte para nuestra salvación.

Todo empieza con un triunfo. Una entrada triunfal en la ciudad que le aplaude: le gritan y cantan con alabanzas, y tiran ramos de olivo, romero y flores a sus pies. En menos de tres días, pasan de alabanzas y ramos a escupitajos, piedras, palos, latigazos y espinas.

Siempre lo mismo; los ramos sirven para indicar la gloria, señalar dónde se vende vino o dónde se hayan las rameras. A todos nos saltan los ejemplos, dentro de nuestra propia familia. Del aplauso y los ramos de felicitación y apoyo pasamos a derribar a nuestro héroe, quizás con la esperanza de que en este derribo esté nuestro propio triunfo, nuestro éxito y nuestra salvación.

Es tan fácil poner cara sonriente, sacudir el ramo de olivo delante de quien después sacudiremos la vara para cruzar su espalda. Los medios de comunicación son un continuo ejemplo de esto. No digamos ya entre amigos que compartimos una copa. Se usa mucho el lenguaje florido delante del que parece un triunfador, para obtener lo que yo llamo "el beneficio del ramo", que no es otro que el oficio más antiguo del mundo, por eso se les llama rameras. Placer por escaso tiempo y dolor o enfermedad por mucho tiempo, incluso la muerte.

En el caso de Jesús, los libros sagrados dicen que pasó de la explosión jubilosa de quienes veían un posible beneficio en el que creían un profético rey de Judá, al vilipendio más atroz, hasta el despojo de su condición humana. En el caso de nuestro alrededor, sólo pido que miremos un magazine televisivo, o una revista de colorines de las que se surten las consultas de los médicos o las peluquerías. Es un club de "rameras" y "rameros", alaban y destruyen en menos de siete días, de una manera feroz.
Me pregunto si es así la condición humana, o si simplemente cada semana cerramos un circulo de pasión. Pero ¿y si miramos a la política, o a nuestra familia, o si miramos a nuestros amigos? No me quiero poner metafísico, ni ser un aburrido pesimista, pero me pregunto porqué gastarse tanto dinero en poner cámaras de video en la calle Montera para vigilar a las rameras. Creo que ellas llevan un nombre que no les corresponde. Ellas son solamente prostitutas. "Las rameras y rameros" son otros, con un tipo de interés distinto, y si no que alguien me refute el argumento.

Con esto no quiero pensar que tenemos que rechazar cualquier halago, no se trata de eso, sino de que no debemos hundirnos cuando esos mismos que nos sonrieron nos saquen la lengua y descubramos que su fidelidad era un cimbel para atraer nuestra atención y usarnos como reclamo, y obtener sus propios beneficios. Usemos el talento, que ninguno somos Jesús de Nazaret -Él tenía su misión profetizada-, somos simples seres humanos y podemos ser manipulados, pero al mismo tiempo estar alertas para no caer en la trampa.

3 comentarios:

Gracia Iglesias dijo...

Qué razón tienes. Y si no que le pregunten a Ronaldiño.
Yo estuve presente en la "crucifixión" pública de una amiga poetisa cuyo nombre no diré porque ya sufrió lo suyo. En mi opinión ni merecía las ramas de la victoria ni el posterior varapalo de la crítica.
Nunca había pensado en los rameros y rameras de esa forma, pero tiene sentido.

nuria ruiz de viñaspre dijo...

qué absurdo parece todo Rafa, que extravagancia, lo que hoy es blanco mañana negro y se sucede todo ello con la misma naturalidad que la noche le sigue al día, incluso en esa misma temporalidad, Qué contradicción
un saludo

Anónimo dijo...

Tienes toda la razón y a mí me ayuda mucho que me hagas pensar en ello porque en las personas algo inseguras, como yo, lo que los demás digan de uno influye demasiado en nuestro estado de ánimo tanto para bien como para mal y quizá sea poruque nunca me había parado 5 minutos a reflexionar como lo has hecho tu en esta columna.
Eres genial!